lunes, 12 de abril de 2010

Bicentenario 1810: La produccion de mulas y ponchos santiagueños.


Esta nota fue parcialmente publicada en el suplemento Viceversa de la edicion del diario El Liberal del 24/05/2009

A doscientos años de una particular manera de producir riqueza.

En mayo de 1810 no hubo en Santiago del Estero actos políticos significativos. Los transportes y las comunicaciones eran equivalentes en cuanto a que ambos dependían exclusivamente de la tracción a sangre, lo cual se traducía en un bajo estándar de ansiedad y en la excesiva prudencia de las repercusiones que los hechos acaecidos en el puerto podían generar aquí.

Lo que en mayo de 1810 sí tenía peso era la actividad económica que desarrollaban las empresas españolas, directa o indirectamente, con la participación de los pueblos de indios y siempre en vinculación con los mercados consumidores del Potosí y de Buenos Aires.

¿Cuáles eran las características de las producciones santiagueñas y de los circuitos comerciales en los que estas se intercambiaban? Este es uno de los temas que ocupa a los investigadores de la historia económica que en los últimos años han incorporado métodos cuantitativos para poder medir la importancia relativa de la circulación mercantil y de las producciones locales en los espacios coloniales, y particularmente del espacio peruano y rioplatense sobre el cual se fundó la Republica Argentina hace ya casi doscientos años.

En torno de estas cuestiones giran los trabajos de la doctora Silvia Palomeque (CONICET–UNC), que desde 1989 publicó numerosos artículos y textos sobre la circulación mercantil durante el periodo colonial en los territorios de las actuales provincias argentinas y en particular de Santiago del Estero. Esos materiales producidos por Palomeque y sus colaboradores aportaron importantes datos para el conocimiento y la comprensión del pasado santiagueño durante la ocupación española del actual territorio provincial, y son una necesaria referencia para los nuevos estudios que se están realizando para todo el norte argentino.

Los ponchos…
Volviendo al tema que nos ocupa, podemos afirmar desde las investigaciones mencionadas que para primera década del siglo XIX, entre 1800 y 1810, eran los ponchos y las mulas los principales productos que se exportaban desde Santiago del Estero, mientras la cera, la miel y la grana muestran en los registros una clara decadencia.
La escasez de trabajos cuantitativos para el espacio santiagueño, lleva a la confusión respecto de cual habría sido el volumen de las exportaciones, aunque si podemos afirmar que el promedio anual de exportaciones de ponchos santiagueños para los años de la revolución se encontraba entre las 7.000 y las 15.000 unidades.
Las fuentes descriptivas de aquellos años, señalan que era esta producción la principal de la jurisdicción y que la misma estaba siendo impulsada por el trabajo femenino. La calidad de los ponchos fue tipificada y valuada en tres niveles: la de los “blancos balandranes”, confeccionados en algodón y adornados con bordados; en segundo lugar los conocidos con el nombre de “mestizos”, tejidos en algodón y en lana; y por ultimo los de lana exclusivamente.
En los documentos se rescata además el alto valor relativo de los ponchos santiagueños que en Buenos Aires eran colocados a 15 pesos de plata, mientras que los confeccionados en Córdoba apenas obtenían un peso por unidad.

Las mulas…
El otro rubro que aparece dentro de las principales actividades productivas es el de las mulas, medio de carga y transporte que cumplía en 1810 con tareas que ahora se realizan con vehículos automotores y diversas maquinas impulsadas con combustibles líquidos y electricidad.
La mula es un hibrido logrado del cruzamiento de dos especies equinas para alcanzar las particulares características de fuerza y adaptación al medio geográfico que en esos años se requería para el centro minero de plata emplazado en el cerro de Potosí.
Es difícil precisar el volumen de este ganado exportado, ya que antes de su paso era reunido en una importante feria de mulas en la ciudad de Salta, en la cual se hacia el pago del impuesto correspondiente sin precisar el origen de producción. Otros problemas que entorpecen las investigaciones están relacionados con el origen de algunos propietarios de campos en el sur de la jurisdicción de Santiago del Estero, que estaban realizando exportaciones de mulas al Potosí y que posiblemente hallan tributado por estos volúmenes ante las autoridades cordobesas.
Asimismo, es perjudicial para la definición de volúmenes exportados el indistinto uso del nombre el “Tucumán” para aludir al actual noroeste argentino, o para referirse puntualmente a la ciudad de San Miguel de Tucumán que han hecho algunos investigadores y que se suma a la escasa producción de trabajos cuantitativos para la plaza santiagueña con los cuales quedaría aclarada la cuota que a cada jurisdicción le corresponde.
En este sentido la Universidad Nacional de Santiago del Estero esta motorizando importantes avances bajo la dirección de los doctores Guillermo Banzato y Maria Cecilia Rossi, aportando desde la historia como ciencia, nuevas herramientas para la comprensión de estos aspectos del pasado santiagueño.

Las importaciones de productos americanos y europeos.
Los comerciantes santiagueños de 1810 tenían un ambicioso circuito de intercambios que superaba ampliamente las proyecciones que hoy podemos observar en el común de las empresas locales. En el seguimiento que Palomeque hace de algunos carreteros santiagueños, observa que aquellos realizaban operaciones directas en Chile, Mendoza, Buenos Aires y el Potosí, ciudad minera ubicada al sur del actual territorio de Bolivia.
Las importaciones europeas, conocidas como Efectos de Castilla, consistían en artículos suntuarios y piezas de metal entre otros, y eran introducidas desde los puertos de Buenos Aires y Valparaíso, en Chile, para pasar luego a ser redistribuidas en el territorio santiagueño y en Catamarca.
Entre las mercancías que se producían en otras ciudades del entonces Virreinato del Río de la Plata y que en los documentos eran llamados Efectos de la Tierra, se introducían al territorio santiagueño la yerba mate del Paraguay, tejidos rústicos de Catamarca y el Alto Perú y el aguardiente de San Juan conformando estos tres productos el 53.3% de las importaciones totales registradas en los libros de impuestos de Santiago del Estero.
Con una importancia menor, se registra el ingreso de algodón desde Catamarca, vino de La Rioja, azúcar y añil desde Chile, entre otros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario