lunes, 6 de diciembre de 2010

Historias de Vida.... Trinidad entre Clodomira y Campo Gallo...

Este relato fue escrito por Trinidad Lucia Pérez en el marco del curso de Historia de Santiago del Estero en el Bicentenario, organizado por el PAMI y la FHCSyS de la UNSE. La consigna propuesta fue el rescate de las vivencias de los afiliados del grupo Clodomira y la redacción de una página en la que contaran una anécdota. Del manuscrito de Trinidad se respetó su forma de expresión, la cual no quisimos modificar, solo hicimos algunos agregados entre paréntesis para aportar lo comprendido en la narración oral sobre los mismos acontecimientos hechos por la autora del manuscrito. Se omiten además algunos apellidos para preservar la identidad de las personas aludidas por criterio de la presente edición.

Cóndor Huasi, 22 de noviembre de 2010 Dto. Banda
      Yo Trinidad Lucia Pérez, hija de Manuel Pérez Arena, Nacionalidad española Granada, y Romidia Ortega, Argentina. Éramos siete hermanos, hoy cinco somos unidos gracias a Dios, Roberto y Antonio fueron granaderos en Buenos Aires.
      Relato la historia del paraje: Palmares donde yo me crie, dista a 15km de Clodomira[1], le pusieron este nombre por que había abundantes palmeras en esos montes los cuales sus dueños fueron Los Vidales, tierras vírgenes y fértiles. Muchas ect (hectáreas) fueron vendidas a nuevos agricultores hasta un Sr. Teodoro Rivero de Brasil. Sus habitantes fueron la mayoría españoles que vinieron a hacer Patria en la Argentina; trabajando sin descanso y sin ninguna ayuda, con esfuerzo y mucha fe, también algunos árabes trabajaron mucho, y todos murieron pobres, lo que se cosechaba no valía y los acaparadores (intermediarios, acopiadores) como siempre hasta ahora (aun hoy) ponían el precio y ellos si hacían estudiar a sus hijos y tenían casas y galpones en todas partes.
      Mi padre vino a la Argentina, después de la guerra, era presidente, el generalísimo Franco en el año 1928 (en España), él nos contaba que paso mucho sufrimiento trabajando en las minas, acarreaba en carretilla piedras (que levantaba) a mano, no había otro trabajo, se acobardó y decidió venir. Pasó a Tucumán, (allí) trabaja manejando (un) coche Mateo después vino a Santiago del Estero, arrendando tierras, lo hizo en varias localidades, dicen los que lo conocieron que no desperdiciaba los días, no tenía descanso, lo hacía hasta en temporales, finalmente compro en Palmares 63 ect. (hectáreas), llego a ser patrón, fue una persona que ayudaba con lo que podía a los demás, muy humana, nunca tuvieron valor los agricultores (y) menos los productos, los compradores eran Francisco M…, que llego a hipotecar las tierras de algunos por no poder pagar y les quitaron: Enrique R., José y Antonio R., Jorge J., Yamil A., Ailan y Josame; se trasladaban los fardos y otros productos en carros que salían en caravanas tracción a sangre, cargaban los vagones a Salta, Tucumán, Bs. As.; en la estación Clodomira y La Aurora.
En Palmares no había escuela, nos trasladábamos a Negra Muerta, en caballos, sulky o a pie 30 km. Ida y vuelta, daban clases hasta los sábados, a veces nos enfermábamos en el camino.
Una anécdota: Los más grandes nos hacían tener miedo, con una dichosa “pavita”, nos imaginábamos un bicho grande, cruzábamos una finca grande donde había hacienda (ganado) y decían que venía el toro malo, entonces corríamos hasta el cansancio, no dábamos más, eso era cuando íbamos a pie, también nos quitaban el sulky o el caballo y ellos se acercaban a sus casas, les avisábamos a los padres y eran reprendidos, hoy lo recordamos y nos causa risa.
Mi padre convocó a los demás para gestionar una escuela en Palmares, había muchos chicos y algunos no los mandaban porque quedaba más lejos, una vez aprobado (la gestión), Felipe Correa, un vecino prestó dos piezas (habitaciones) para dar clase con N° de escuela 620 nacional, empezó con una maestra de Clodomira, luego con la ayuda dentro de lo que podían construyeron una escuela rancho de tres aulas, dirección y una galería pequeña, se organizó la comisión cooperadora, en la cual fue presidente mi papá hasta el día de su muerte, desde 1945 a 1963; pero todos tuvimos primaria completa, eso sí, no pudieron hacer estudiar a sus hijos alguna profesión en Santiago del Estero. Todo eso requería mucho dinero para pensiones, hoy gracias a Dios se puede en Clodomira, solo se requiere voluntad, hoy la escuela funciona con nuevo edificio T. Rivero donó el terreno.
A beneficio de la misma se organizaban bailes sociales, fueron tiempos que ya no vuelven jamás, había mucho respeto, los padres llevaban a sus hijas con ropas de organsas y los jóvenes de traje y corbata, además pedían permiso a sus padres para bailar con las hijas, no había muchas fiestas, solamente las de la escuela, sala de primeros auxilios o carnavales, que eran de día, de 13 a 21hs.
La gente era religiosa, nos visitaban unos Franciscanos, vestían sus ropas hábitos marrón, con un cordón en la cintura y sandalias.
Los días domingo muchas veces fuimos a Clodomira, a la Iglesia, cuando alguien moría se le hacia la novena y la última noche, a los nueve días, se preparaba el cuerpo presente dando la forma del ataúd con caña hueca, tapado con tela negra, si era niño, todo blanco y con alas de ángel, costumbres de antes.
En este lugar enseñaban corte y confección, yo aprendí mucho porque me gustaba, luego seguí por correo y me perfeccioné en Academia Parisienes; cortaba y cosía a mis vecinos, solo tenía 16 años, a los 17 años me case con Prospero T. Gutiérrez que trabajaba como maestro en el departamento Alberdi, él vivía en Cóndor Huasi.
En Campo Gallo, desde allí había que trasladarse 60 km. Hasta Campo del Águila donde quedaba la esc. 598, lugares inhóspitos, ahí siendo muy joven  viví el otro lado de las cosas, valore todo lo de antes y me sirvió para enseñarles a mis hijos; a lo largo de la vida me sirvió. Cuando escaseaba el azúcar había que ir a encargar los alimentos. Por ejemplo, no tenía azúcar, no se conseguía la (azúcar) negra, agarraba el hacha y me iba al monte a buscar miel la que era (llamábamos) “yana”, una abejita pequeña, no agresiva, pero si cortaba el cabello, había que atarse la cabeza, entonces la arrastraba (al hacha) para que marque por donde caminaba y volvía por la marca, así no me perdía. Los quebrachos tenían 300 o 500 años, inmensos, también la miel de “aspamishky”, lo hacían en los huecos de la tierra, se lo conocía porque volaban como dos metros de alto en línea recta y se metían en el hoyo, lo hacían en forma de caramelo masticable. Quiere decir “tierra dulce”, también había “lachiguana” de avispas colgadas de los gajos. Conocí las marcas que hacían los indios para subir en los quebrachos, los calaban hasta arriba pisaban ahí colgados con cueros.
También pillaba los conejos. Llegaban hasta el patio de la escuela, los perros los corrían y se metían en los huecos de los taninos, la gente trabajaba en el obraje, había una chorva, una máquina de tren, pero chiquita con varios vagones, tenía vías angostas, las cargaban de madera desde Santa Felisa a Campo Gallo, el dueño fue un terrateniente Marino Cabesa, murió cuando cayó su helicóptero incendiado en La Aurora, dicen que había dólares por todas partes cuando cayó.
En el lugar de la escuela no vive nadie, la trasladaron a la 598 a Guachana.
A Cóndor Huasi volvimos en el año 1958, quiere decir en quechua casa de cóndor, mis suegros estaban muy ancianos y quiso (mi marido) quedarse con ellos, yo lo acepté; en esta localidad dicen que había un brazo del rio Dulce, muchos bañados, cuando Clodomira se llamaba “Las Piruas”, entonces en los años 1900 o más, anidaron los cóndores, colinda con los campos que eran de los Herrera, donde conchababan personas para trabajar, los tenían como esclavos, contaba mi suegro, los conocía mucho, les daba de comer en bationes de madera con cucharas de madera, a todos juntos y cuando se portaban mal los ponían al sol atados cara arriba, estaqueados le llamaban, o los encerraban o cepo.
Trabajaba yo en la finca, a la par de mi marido, siempre me gustó el campo. Tengo cuatro hijos maravillosos: Maria Cristina, Walter Omar, Wilton Gerardo y Anita Vanesa. Uno es maestro de grado y la última profesora de biología, para poder hacer eso trabaje bastante y conseguí (un cargo) como ordenanza en Siete Arboles, ya por lo menos me ayude algo mi marido en la finca, los viejitos me los cuidaban cuando no estaba, estoy con la conciencia tranquila porque los cuide hasta el día que murieron, ya 87 y 92 años, es largo de contar. Pase muchas cosas tristes y también alegres.
A Siete Arboles lo llamaron (así) porque de una planta de algarrobo salía una raíz de la que brotaron seis algarrobos más, aún existe este lugar, fue de la familia Carabajal.
La escuela Nro. 162 José Martí la fundo Moreno Saravia, era la casa de él, luego la vendió a Madalino Cruz, pero ya estaba muy mal. El Consejo (de Educación) le alquilaba a este señor. Cuando entre en este establecimiento fue en 1961, después daban clase bajo los árboles, dos aulas, concurrían más de 100 alumnos, director Gerardo Gutiérrez, muy querido por la zona y respetado, exigente con los docentes y bregaba por un edificio nuevo. El personal alquilaba un sulky y se trasladaban desde Clodomira 50 km. Ida y vuelta. En el año 1968 murió cuando estaba hablando un discurso, tenía mal de chagas, aquello fue inesperado.
Seguimos con el propósito del edificio, yo hable con el dueño de la tierra y nos donó una parcela, formamos una comisión vecinal. Lo hice desmontar y construimos dos aulas. Funcionaban en dos partes en distancia de 500 metros. Yo era la tesorera y entre todos trabajamos mucho, en 1970 se aprobó para el edificio nuevo, de eso se encargaba la nueva directora. Se construyó en 1972, la inauguramos con una fiesta grande, vino la banda de música y el Consejo General de Educación. Invitadas todas las escuelas vecinas, todos donaron la comida, una vaquillona asada con cuero y muchas comidas más.
Yo colaboraba con todo el personal cuando no venía algún docente, yo apoyaba la clase, hacia visitas domiciliarias como si la vida de los padre y mía, gente pobre, trabajadores, respetuosa. Antes nadie les daba ayuda de nada, no como ahora, también había el libro de firmas, ayudaba en la dirección con lo que requerían, fui apreciada y querida por todos los maestros y directores en el transcurso de 33 años. Mi cuaderno de actuación es bueno, cuando me jubile en el año 1994 me despidieron con una fiesta, me dieron una medalla de oro, lo más importante para mí fue que he sido útil para la comunidad hasta ahora cuando me requieren. Tanto Palmares como Siete Arboles tiene sus nuevos establecimientos escolares.
Finalmente doy las gracias al PAMI por permitir contar como se vive en el campo y las costumbres, y por darnos clases de historia que quizás nosotros no sabemos, nos trataron muy bien, además nos llevaron a visitar el museo de Santiago, todo muy lindo, vimos las maravillas de cuadros, las pinturas y todo lo que trabajaban los indios y hasta como preparaban las pinturas naturales, las vasijas donde ellos se sepultaban. Los jóvenes del museo atentos nos explicaron bastante bien, todo bello gracias por todo.
No me imagine escribir esto, le deseo lo mejor al licenciado por esta oportunidad que me dio, cada carilla la viví como si fuera ayer.
Saludo atte.
Trinidad Lucia Pérez



[1] Ubicada 30 kilómetros al norte de la capital de Santiago del Estero.

1 comentario:

  1. abuela soy cristian me alegro mucho poder conocer algo de tu historia personal lo bueno y lo malo que pasaste.lo bueno de esto es que le vas a servir a mucho de ejemplo porque ese sacrificio que hiciste en tu vida se lo debe valorar.solo criar cuatro hijos uno mas molesto que otro. ecepto mi ma. bueno abu un beso grande . gracias por todo

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